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Científicos logran romper la barrera física de las baterías: "Cargar es casi tan rápido como echar gasolina"

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02 julio 2025


Hace ya algún tiempo que estoy esperando esta noticia y por fin salió a la luz lo que todos esperábamos, las baterías recargables en un muy corto espacio de tiempo ya van llegando.

Juan Manuel Delgado

2/7/2025


Cargar un coche eléctrico en apenas 10 minutos ya no es una promesa, es un avance real que acaba de dar la ciencia. Un equipo de investigadores en EEUU ha conseguido lo que hasta hace poco parecía imposible, una batería que se carga casi tan rápido como se llena un depósito de gasolina, sin comprometer su vida útil, con menos materiales críticos y además más ligera.


Aunque los vehículos eléctricos llevan años consolidándose como una alternativa más limpia a los de combustión, aún arrastran un lastre difícil de ignorar: las baterías tardan demasiado en cargarse. Frente a los escasos minutos que necesitas para llenar uno de combustión, muchos siguen viendo en el tiempo de carga, un obstáculo que no compensa las ventajas del eléctrico.


Una de las razones por las que algunos conductores siguen sin dar el salto al coche eléctrico tiene más que ver con la espera que con la distancia. Las autonomías ya han mejorado bastante en los últimos años, pero lo que marca la diferencia sigue siendo cuánto tiempo tienes que pasar parado para recargar.


En trayectos urbanos puedes adaptarte, pero en viajes largos o situaciones urgentes, el tiempo que requiere una carga completa echa por tierra la experiencia. Mientras un coche de gasolina necesita pocos minutos para estar listo, muchos modelos eléctricos siguen tardando media hora, una hora o incluso más, dependiendo del tipo de cargador y de la batería.


Parte del problema está en el propio diseño de las baterías actuales, que se basan en materiales pesados como el cobre o el aluminio, y están configuradas para protegerse del sobrecalentamiento. Si las fuerzas demasiado en una carga rápida, se degradan antes y acorta su vida útil. Por eso, aumentar la velocidad sin dañarlas ha sido uno de los grandes desafíos técnicos hasta ahora.


Una batería que puede cargarse hasta un 80% en 10 minutos


Un grupo de científicos del Laboratorio Nacional Oak Ridge (ORNL), en Estados Unidos, ha dado con una solución que rompe varios límites a la vez. No han creado una batería nueva desde cero, sino que han rediseñado una de sus partes más críticas, como lo es el colector de corriente.


Hasta ahora, este componente —responsable de conducir la electricidad dentro de la batería— se fabricaba con capas gruesas de cobre o aluminio. Los expertos han conseguido sustituirlo por una estructura ultrafina, que es una película de polímero encapsulada entre dos capas metálicas ligeras


Con esta nueva arquitectura, la batería puede cargarse hasta un 80 % en solo 10 minutos. Además, reduce el uso de metales hasta en un 80 %, lo que significa menos peso, menos coste y menor dependencia de materiales estratégicos.


Esto se traduce en mayor autonomía, ya que el coche tiene que mover menos masa, pero también implica que los fabricantes podrían construir vehículos más eficientes sin inflar el precio. Y al reducir la resistencia interna, se mejora la eficiencia en cargas rápidas sin que la batería sufra daños por temperatura.


Según explica Georgios Polyzos, responsable del proyecto, "al reducir drásticamente los metales, reduciremos la batería desde el interior sin sacrificar el rendimiento". Es justo lo que la industria llevaba años buscando.


Más ligera, más rápida, menos dependiente


Las ventajas de esta innovación son evidentes, con un coche que se carga rápido puede adaptarse a más estilos de vida y ser más atractivo para los conductores que vienen de coches de combustión. Si no se tiene un punto de recarga en casa, o si se viaja con frecuencia, la rapidez se vuelve clave.


La reducción de metales críticos también juega un papel estratégico, donde la industria del coche eléctrico depende actualmente de materiales que escasean o que están sujetos a tensiones geopolíticas, como el cobre, el litio o el cobalto. Minimizar esa dependencia no solo abarata costes, también estabiliza la producción a largo plazo.


Pero quizás lo más importante sea el impacto psicológico, en el cual el conductor medio necesita certezas. Si sabe que puede recargar su coche en el tiempo que tarda en comprar un café o pasar por el aseo, dejará de pensar que el eléctrico es una solución para otros.

Si esta tecnología pasa las pruebas de validación comercial —que es lo que falta ahora—, podríamos empezar a ver una nueva generación de coches eléctricos con baterías más eficientes, pero sobre todo menos costosas.


Además, esto puede marcar un cambio de ritmo para la infraestructura de recarga. Si los coches necesitan menos tiempo enchufado, las estaciones podrán atender a más usuarios sin aumentar la inversión en puntos nuevos. Algo que también interesa a las ciudades y a las operadoras.


Aún no está claro cuándo llegará al mercado, pero sí lo está la dirección que ha tomado la investigación. Con una batería que se carga en 10 minutos, quizás por fin podamos decir que llenar de electricidad un coche es tan rápido como llenar de gasolina el de siempre.


 
 
 

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