15 enero 2025
Por mucho que les cueste entenderlo a los más jóvenes, hubo un momento en que la vida era mucho más sencilla y muy cercana, donde la gente se reunía para hablar, para contarse cosas o para hacer punto, por ejemplo. La conversación, buena o mala, era frecuente, continua y enriquecedora a riesgo de parecernos inculta, es decir, la gente se hablaba, se comunicaba como ahora suele decirse cuando te citan para el médico, de modo presencial.
Sirva de ejemplo para observar la pérdida de la naturaleza del contacto humano y de la impasible frialdad de la comunicación del nuevo mundo en el que vivimos, lo que me contaba mi ser querido más cercano hace un rato sobre una pregunta que le hicieron sus/nuestros nietos: "Avia, ¿por qué llevas un bolígrafo en el bolso?". "Para apuntar algo de lo que quiera acordarme", les contestó. Se rieron y lo hicieron con cara del que estaba oyendo hablar a un ser de la prehistoria, me dijo.
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