23 octubre 2024
– Cada noche, varias veces, lucho contra no sé qué invisible cuerpo maligno que me persigue alocada y cruelmente, con arma letal en mano.
– Salto por los forjados de las obras en construcción (siempre las mismas obras), huyendo del maligno bicho de forma salvaje, como si fuera yo un crío de veinte años.
– Una, dos y hasta tres veces huyo de él, pero justo cuando el horrible y maldito bicho, va a escribir mi final, un fuerte dolor en la zona prostática y en la muy maltratada vejiga, me salvan del sueño letal.
– Sudando, ojos de plato, pies en suelo y total oscuridad, voy a mi zona de recreo nocturno y relajo mi vejiga y mis tormentos. 🤷♂️
– Pero esos tormentos se repiten cada noche a las dos, a las cinco y a las siete, tres malos sueños que consigo superar cada noche, con vida … de momento. 👍
– Cuando lo cuento a mi gente más cercana descubro que ha sido una mala idea hacerlo: “El médico me mira con cara de hipocondríaco recalcitrante”; mi niña me dice que lo que estoy es muerto de miedo de que ese presagio se convierta en realidad”; y lo peor es que “mi amigo el cura-párroco de mis entretelas me dice que esos sueños corresponden a un acto impuro que algún día cometí y del que nunca me confesé … – es tu conciencia, Enrique, que no te perdona – me dice el servidor de Dios”.
– Finalmente, tras un buen rato de asiento en mi banco de sentarse frente al mar, llego a una conclusión que Aristóteles tenía razón cuando dijo aquello de …"La esperanza es el sueño del hombre despierto".
– Concluiré: Mejor despierto, así puedo conversar, embaucar y flirtear, con la Esperanza. 💕
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