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Gracias por tenerme ahí

Dorian Leigh y Maurice Tillet. Foto: Irving Penn, 1945
Dorian Leigh y Maurice Tillet. Foto: Irving Penn, 1945

Escrito el 12 octubre 2024 - Publicado aquí el 23/12/24


Ella lo miraba y no sabía muy bien por qué estaba con él. Cincuenta y ocho años juntos y a ella le parecía que aquel hombre aportaba muy poco a su intelectualidad, a sus pretensiones y a su alma. Somos tan diferentes, se decía. Una vez a él le dio un bajón de esos de tirarse por el balcón, se moría de éxito, pero su salud le abandonaba y ella estuvo ahí, jugándose su vida y su futuro para sofocar su fuego. Nunca lo dejó, aunque ella siempre supo que ese hombre no era nada para ella, no estaba a su altura ni él lo estaba a la de sus exigencias.


Barrigón, enfermo, tozudo, sordo, torpe, muy gordo y sobre todo un enorme egoísta, solo le importaba lo suyo o eso creía. Pero un buen día, mientras dormía, se lo estuvo mirando toda la noche, y aún no ha dejado de hacerlo, había tenido un sueño mortal y eso, amor mío, eso es lo peor que te pudo pasar para saber que siempre me has querido.


12 octubre-1966-2024

 
 
 

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