17 enero 2025
Seguramente será cosa de la noche o que en muy poco será sábado de madrugada, es esa hora en que los pensamientos se quedan donde hace un rato, pero tan solo aquellos en que pensabas que la vida bien podría merecer vivirla cien años, o eso parecía, y que nada podría impedir pensar en otra cosa que en ellos, en los que alimentan el mundo de las emociones cercanas, muy cercanas, tanto que hasta duele tenerlas tan adentro.
Las claves que hacen que los sentimientos sean lo que son, no son más que las que ofrecen un conjunto de pequeños sucesos que cada momento descifra nuestro subconsciente, algunos los guarda y otros los olvida, pero hoy, siendo (como será), imposible ponerse a dormir a esas horas tras una noche toledana, me abrazaré a la llama de la lectura en una de esas viejas y olvidadas ñoñerías que hacen tan importantes esos momentos que se hacen difíciles.
La lectura de esas cosas, pequeñas cosas, esas que la gente no suele leer, ni son noticia en noticiario o revista de moda alguno y alguna. La de las gentes que andan por tu entorno sin saber, muchas veces, quién son o no lo suficiente y llegas a la conclusión contraria a la que en demasiadas ocasiones he coincidido con mis más olvidados amigos en cuanto a lo de la estupidez humana que supone y cree que la humana es la única especie que tiende a autodestruirse sin remedio.
Hoy, y muchos días, también, hay motivos para creerlo, el futuro, quizás, sea mas azul de lo que creo … o eso quiero creer tras una noche que será de amistades sin riesgo, copeo suave, buena charla, buena música y una gente dispuesta a todo con tal de que la noche sea corta, que animan a un muerto a vivir la noche, la noche de la vida … la vida de la noche.
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